Yamei Yu i Wolfram Rieger a la Schubertíada
El Mozart más personal
29/1/2006 |
SCHUBERTÍADA
Intérpretes: Yamei Yu, violín; Wolfram Rieger, piano
Obras: Mozart
Lugar y fecha: Auditorio Winthertur (27/ I/ 2005)
En conmemoración del 250. º aniversario del nacimiento de Wolfang Amadeus Mozart, y a beneficio del programa contra el cáncer de la fundación Fefoc, la Schubertíada ha presentado en su habitual sala del auditorio Winthertur un dúo de alta calidad.
El ya reconocido pianista Wolfram Rieger, habitual felizmente en estos encuentros, excelente pianista acompañante de lied, ha rendido en esta ocasión su homenaje a Mozart junto a la violinista Yamei Yu, con un programa en el que se propusieron diferentes aspectos de la obra camerística del más famoso salzburgués.
Este ámbito de la obra de Mozart es quizá el más personal en cuanto a la dimensión íntima del músico; es el momento exacto en que el compositor piensa en términos de instrumentista y en lo que supone compartir con colegas y amigos una sesión de música. En aquellos tiempos este género no se celebraba aún en las salas de concierto, como ahora, y quedaba reservado para el salón, ya fuese éste cortesano o burgués, y la incipiente industria editorial comenzaba a difundir tímidamente estas obras en el mercado.
El programa se abrió con la Sonata en do mayor K 296, una pieza en la que el violín no es tan importante aún en el juego del dúo y deja protagonismo al piano. Es obra de gran intensidad melódica con un andante que Rieger y Yamei bordaron en expresividad. Hay que destacar la belleza del sonido de la violinista, que toca con un Tartini de Antonio Stradivari.
Las exigencias técnicas de Mozart se establecen en un nivel muy importante en las otras dos sonatas del programa: la Sonata en la mayor K 526 y la Sonata en si bemol mayorK454,en las que violín y piano ya tienen similar papel.
Brillante el pianismo de Rieger, ágil, expresivo, camerístico, con alguna rigidez en el compás en el presto de la 526,pero realmente exquisito en dinámicas, contrastes y tensiones de la frase, y en buena sintonía con su violinista, que supo aportar excelencia al éxito de este recital mozartiano.
Jorge de Persia
La Vanguardia