13/8/2017 |
Programa: James Rhodes
Lloc i dia:Festival Castell de Peralada
Con sus ya habituales vaqueros, sus zapatillas y una camiseta que hacía referencia al mítico compositor Bach, Rhodes se ha entregado al público en el que ha sido por el momento el último concierto del británico en Cataluña. El músico ha perseguido, con una interpretación impecable, a las grandes obras de compositores como Bach, Chopin o Busoni, de los cuales ha tocado piezas como la Partita núm 1 en si bemol mayor de Bach o la Balada núm. 4 en fa menor Op.52 de Chopin. El auditorio ha respetado la intimidad impuesta por el artista, que ha creado un clima donde ha reinado el más absoluto silencio y una perfecta concentración. Dos grandes pantallas instaladas en los extremos del escenario han permitido que los asistentes consiguieran otra dimensión del concierto pudiendo observar con detalle los movimientos de las manos de Rhodes. El piano y la música lo han acompañado una noche más ante el escenario ampurdanés, donde se ha reencontrado con las melodías clásicas que le salvaron la vida cuando era tan solo un niño de cinco años y su profesor de gimnasia abusó de él. Desde entonces, la vida del ahora artista estuvo condicionada por graves trastornos y difíciles baches que terminó superando gracias a la música y a las emociones que ésta le trasmite. Después del espectáculo, el pianista ha optado por acercarse al público vendiendo y firmando libros ante una larga cola de personas que no han querido irse sin llevarse a casa un disco o libro firmado por el mediático pianista. Rhodes también ha aprovechado la visita a Peralada para compartir con unos sesenta invitados una charla llamada «Diálogos con el pianista», a través de la cual los asistentes han podido hablar con el artista y compartir impresiones. Tras esta noche de debut en el Festival de Peralada, ahora Rhodes se dispone a viajar hasta Cartagena y Monterrey, dos escenarios que visitará para terminar cerrando la gira en ciudades como Oporto, Lisboa y Cali.El pianista impuso en la región ampurdanesa un clima donde reinó el más absoluto silencio y una perfecta concentración