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CRÍTICA

Brindis lírico para Peralada

17/7/2016 |

 

Programa: Gala 30 aniversari

Lloc i dia:Festival Castell de Peralada

Marcelo Álvarez, Eva Maria Westbrook, Daniele Rustioni, Carlos Álvarez, Sondra Radvanovsky y Ambrogio Maestri en la gala del 30 aniversario. ROBIN TOWNSENDEFE

Si hay un festival que tiene justificado celebrar sus aniversarios con el siempre socorrido brindis de La Traviata ése es, sin duda, el Festival Castell de Peralada. Desde que la cita de la Costa Brava catalana abriera sus puertas el 18 de julio de 1987 con un quinteto vocal liderado por Montserrat Caballé, la lírica ha formado parte consustancial de su adn artístico.

Muchas y grandes han sido las voces que han desfilado por el escenario ampurdanés a lo largo de estas tres décadas y por ello, no resulta extraño que a la hora de conmemorar la efeméride, el encuentro haya querido rodearse también de un rutilante elenco -otro quinteto para más señas- que pudiera cantarle aquello de Libiamo, libiamo ne'lieti calici...

Así finalizó, con el reloj marcando ya la primera media hora del sábado, la Gala Lírica que reunió en el recinto al aire libre de Peralada a las sopranos Sondra Radvanovsky y Eva-Maria Westbroek, al tenor Marcelo Álvarez y a los barítonos Carlos Álvarez y Ambrogio Maestri. Acompañados por la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), dirigida por el italiano Daniele Rustioni, protagonizaron una auténtica fiesta vocal, de la mano de la música de compositores como Rossini, Verdi, Massenet, Puccini y Giordano.

La gala, que se abrió con un emotivo mensaje en recuerdo de las víctimas de la tragedia de Niza -el público francés acude con frecuencia a este encuentro, situado a escasos 20 kilómetros de La Jonquera-, se revistió no sólo de brillo vocal, sino también de un claro tono evocativo, expresado en los vÍdeos e imágenes que acompañaron a los pasajes orquestales de un espectáculo que tuvo como hilo conductor las palabras de Puck, el travieso personaje de Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, leídas desde bambalinas por el televisivo Àngel Llàcer.

Así, la noche dio comienzo con la obertura de Guillaume Tell, de Rossini, acompañada por la proyección, en la gran pantalla que oficiaba de telón de fondo, de un montaje fotográfico basado en las imágenes que el fotógrafo Eddy Kelele, colaborador de EL MUNDO de CATALUNYA, realizó para el libro Peralada, el escenario de las emociones, en 2012. Una edición que entonces tuvo como gran protagonista lírico al barítono malagueño Carlos Álvarez, el mismo que la noche del viernes se encargó de abrir el capítulo vocal con la página Sois immobil, de la misma ópera.

Álvarez, el artista más estrechamente vinculado a Peralada de todo el cartel y una figura particularmente querida por el público del festival, donde ha cantado, entre otras, Don Giovanni (2012), Andrea Chénier (2014) y Otello (2015), siguió en escena para abordar a continuación Signore, v'assista il cielo!, del Falstaff, de Verdi, junto al también barítono.

La noche continuó con Ah! Tout est bien fini... Ô Souverian..., de Le Cid, de Massenet, interpretada por el tenor argentino Marcelo Álvarez y, ya para cerrar la primera parte, dos páginas de La forza del destino, de Verdi: su Obertura -acompañada por la proyección de escenas del más de medio centenar de montajes operísticos que jalonan la historia de este festival- y Pace, pace mio Dio, a cargo de la soprano holandesa Eva-Maria Westbroek, que el pasado año interpretara el rol de Desdemona, de Otello, en este mismo escenario.

Grandes figuras

Y con Verdi se abrió también la segunda parte del concierto: Obertura de Les vêpres siciliennes -en este caso, con imágenes de las grandes figuras que han visitado el festival, desde Jessye Norman a Jonas Kaufmann, de Yehudi Menuhin a Keith Jarrett- y Udiste? Come albeggi, la scure al figlio.... , dúo del IV Acto de Il Trovatore (1853), a cargo de Sondra Radvanovski y Carlos Álvarez, pareja que cosechó los primeros vítores de la noche.

Ya en solitario, Radvanovsky ofreció la célebre aria Vissi d'arte, de Tosca, de Puccini, con la que enfervorizó al público que llenaba el recinto. Descanso otra vez para las voces, con la OBC tocando el Intermezzo de Manon Lescaut -ahora con imágenes de danza, otro de los platos fuertes del festival- y regreso a escena del italiano Ambrogio Maestri para cantar Nemico della patria, de Andrea Chénier, de Umberto Giordano. Y ya para finalizar, Eva-Maria Westbroek y el tenor Marcelo Álvarez contando el dúo de su IV Acto Vicino a te...

Tras casi dos horas de concierto, el largo capítulo de bises individuales tuvo como intervenciones más aclamadas la romanza Los cantos alegres.... Ya mis horas felices, de la zarzuela La del soto del Parral, de Soutullo y Vert, interpretada por Carlos Álvarez; la popular No puede ser, de La tabernera del puerto, de Sorozábal, a cargo de Marcelo Álvarez y I could have danced all night, de My Fair Lady, con una espectacular y pletórica Sondra Radvanovsky.

Al final, y como no podía ser de otra manera, todos juntos entonaron el célebre Libiamo ne'lieti calici de La Traviata, tras dedicarle el brindis a la fundadora y principal impulsora de esta iniciativa, Carmen Mateu. En el aire ligero de la noche resonaba aún el eco de las palabras con que un puñado de artistas ha resumido, en este 30 aniversario, sus sentimientos respecto al festival: Peralada es "entrega, pasión, talento, música pura...", han dicho unos y otros. "Peralada es un estado de ánimo", sentenció Plácido Domingo.


ANA MARÍA DÁVILA
El Mundo

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