El Noneto, que juega con el diálogo entre dos cuartetos moderado por un contrabajo, no es la más inspirada de las obras que ilustran la relación entre Previn y Mutter —casados en 2002 y divorciados en 2006—; tiene buenos momentos, en los que emerge el elegante melodismo y el jazzístico sentido del ritmo del célebre compositor, pianista y director de orquesta, pero se percibe más oficio en la elaboración de la partitura que inspiración, en especial en su artificioso primer movimiento.
Tras el estreno español de esta obra, Mutter compartió protagonismo en una curiosa versión del Concierto para dos violines en re menor, BWV 1043 de J. S. Bach, que tocó acompañada en cada movimiento, en tareas solistas, por jóvenes valores que integran The Mutter Virtuosi, conjunto formado por becarios de la Fundación Anne-Sophie Mutter. Hicieron un Bach de bella sonoridad, con solvencia técnica y la tensión añadida al compartir escenario con una gran estrella del violín.
Bach estuvo bien, pero fue en la segunda parte cuando la temperatura artística del concierto se disparó gracias a una versión de Las cuatro estaciones tan deslumbrante como extraña en estos tiempos. Pocas veces se puede escuchar la obra de Vivaldi con un sonido tan majestuoso, en una concepción de la música barroca tan personal, fuera de modas y dictados filológicos.
El poderoso carisma de Mutter minimizó los reparos filológicos a una interpretación algo caprichosa, pero brillante, con efectos mágicos, sofisticada y de desbordante expresividad. El hechizo de Mutter se mantuvo en la propina, una bellísima interpretación de la serena Aria de la Suite núm. 3 de Bach.