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CRÍTICA

En el amor y la guerra, Irons

24/1/2016 |

 

Programa: Jeremy Irons amb Egmont de Beethoven

Lloc i dia:Gran Teatre del Liceu

  • El Liceu se rinde al encanto aristocrático del actor en su performance como ‘Egmont’

“¿Y cómo está el teatro? ¿Está lleno para esta noche?”, pregunta en la puerta del camerino del Liceu al salir del ensayo. Querido Jeremy Irons, cómo no iba a venderse el aforo. ¿Está de guasa? ¿Es falsa modestia? Y sin embargo el suyo es sincero interés de gentleman, más gentle si cabe con esas botas campestres en las que esconde las perneras del pantalón, ese chaleco que ablusa las mangas de su camisa y ese foulard a juego en tonos avinagrados. Tendrá 67, pero su estructura ósea y su economía de movimientos siguen siendo los de Retorno a Brideshead.

“Proteged vuestros hogares, amigos míos, y morid contentos siguiendo mi ejemplo”, exclama Egmont/Irons en la recta final de la sinfonía de Beethoven.

Su dicción es rítmica y oportuna, su verbo entra y sale ágilmente de la partitura en contrapunto con el ataque de las cuerdas. ¿Egmont, dice? Nunca el conde que lideró la independencia de los Países Bajos enfrentándose a la política centralista de su primo Felipe II fue tan auténtico. Incluso declamando en inglés.

“Sí, ¿verdad?”, comenta Martin Haselbök, el director de la innovadora Wiener Akademie. “El estilo europeo de Irons es más genuino que el de Malkovich, tiene hasta el look de un general”. La orquesta ha recurrido a Irons tras la cancelación del actor norteamericano, con el que han grabado esta “música incidental” con la que Beethoven apoyaba los textos de Goethe.

Por cierto, mil excusas... Goethe no escribió Egmont en 1877 como decíamos por error ayer en estas páginas, sino en 1788, cuando aún estaba vivo, lógicamente. Es lo que tiene hilvanar una entrevista con una figura de la talla de Hierros... Convendrán en que su presencia en el Liceu es un must. Y reaviva el teatro, en caso de que el Otello en curso no despierte grandes pasiones.

“The two greatest joys of my heart”, repite varias veces Irons sobre el escenario, midiendo el volumen de su voz durante el ensayo. La propuesta de interpretar Egmont la ha tomado al vuelo. ¿Por qué no? Le intriga la experiencia, dice. La soprano sueca Kerstin Avemo le da la réplica en el papel de Clara, la enamorada del conde. Y él intenta aportar un poco de acting en la medida en que los 40 músicos se lo permiten.

La velada va a ser sonada. El concierto dedicado a Beethoven comienza con la Séptima sinfonía, en la que Haselböck demuestra su plena forma. Luego tendrá protagonismo Avemo con la escena para soprano Ah! perfido. Y llega el momento. La sala entera contiene la respiración. Y aparece el ídolo, con una levita dieciochesca que magnifica su presencia en escena.

“Nos encontramos en la Bruselas medieval”. Primera frase. “Se celebra un torneo de tiro”. El excelente arquero “es uno de los de Egmont”.

Como narrador es impactante –“Los cerrojos de la cárcel suenan con estrépito”, describe más adelante la condena y muerte del protagonista–, pero como Egmont cobra toda otra existencia. “I die for freedom, / I’ve lived and fought for freedom all my days, / And now, in sorrow, sacrifice myself (...) Die with joy, /Following my example”.

“¿Cómo se ha sentido reivindicando la independencia de España en Catalunya?”, le preguntamos en la copa posterior. Irons ríe. Está suelto, encantado, feliz. Y se presta a posar con este y el otro en presencia de su esposa, la también actriz Sinéad Cusack. Le presentan a Ignasi Cambra, el pianista, y Irons lo quiere saber todo de él, su compositor favorito, si ha tocado ya en el Liceu... Es el rey del charme.


Maricel Chavarría
La Vanguardia

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