ClàssicsWeb, el teu espai

Almanac

Cerca de crítiques

Paraules:
Tema:
Inici: Escollir data inici
Fí: Escollir data fi
Ajuda
Publicitat

CRÍTICA

Cecilia Bartoli enloquece al Palau de la Música

6/11/2015 |

 

Programa: Cecilia Bartoli i el Conjunt I Barocchisti. Director: Diego Fasolis

Lloc i dia:Palau de la Música Catalana

Bartoli en el Palau, el martes por la noche.

Lo cierto es que hay que tener un glamour especial, un carisma superior, para sacarse un pañuelo del canalillo, proceder al desatasco de las fosas nasales -como mínimo tres veces, primero con disimulo y luego sin pudor, con fuerza- y entonces lanzarse a cantar una coloratura endiablada, con todos los trucos que ella ha convertido en resortes de suspiros, vítores y gestos de incredulidad.

El resfriado de Bartoli viene a significar que no estaba en la plenitud de sus condiciones, que accedió a cantar por respeto al público -así se hizo saber antes de empezar su recital del martes en el Palau de la Música, primera parada española de su gira basada en su último disco, St Petersburg-, pero pidiendo indulgencia por si alguna cosa no salía del todo bien. Es cierto que le faltaba un punto de frescura, y algo de volumen, y que en otras condiciones habría puesto a la gente de rodillas, pero incluso una Bartoli resfriada es muy fuerte para el cuerpo.

El repertorio del Palau tenía dos partes separadas, pero complementarias.El primer bloque estaba centrado en Vivaldi, dirigido con pulcritud por el maestro Diego Fassolis y la formación que comanda, I Barocchisti: un arranque bajo control y sin forzar, como tiene que hacerse -si a una cantante ya le cuesta calentar la voz, más aún si la tiene mermada por el resfriado-, para alcanzar un primer momento efectivo en Agitata da due venti (aria de la ópera Griselda) y otro absolutamente desarmante en los diez minutos terroríficos de Gelido in ogni vena, la cima de la música vocal de Vivaldi.

Este momento culminante de Farnace, un clásico redescubierto, es material perfecto para que Bartoli se luzca en su vertiente menos apreciada, pero más pulida:la de los movimientos lentos, necesitados de una intensidad meticulosa y un énfasis en la dramatización. Hubo una cuarta ocasión en que Cecilia se sacó el pañuelo, y fue al acabarla. Tuvo que secarse una furtiva lágrima.

El segundo bloque lo centró en St Petersburg y su desenterrada selección de piezas de autores italianos para la corte rusa del siglo XVIII. Acabó en la propina final vestida de zarina o de heroína de Tolstói, en un estilo ilustrado y nupcial, de blanco armiño y gorro de piel, cantando con la autoestima por las nubes el momento más veloz y pirotécnico del disco, Ravzerdi pyos gortani, Laya, aria en ruso atropellado que compuso el compositor Raupach para la ópera Altsesta. Ahí fue cuando llegaron las flores, las reverencias, la rendición definitiva a una voz tensada al máximo y una presencia cálida. Con Cecilia Bartoli el público rio chistes, conectó con su simpatía y vibró con sus piruetas en lo más alto de su extensión aguda.

Para llegar a ese punto, el recital había pasado por momentos de todo tipo. Esta gira de Bartoli no es en absoluto convencional ni complaciente -la selección de piezas está fuera de cualquier repertorio habitual en el circuito operístico-, y en muy pocos momentos puede jugar la carta de la familiaridad. Así que cada número es un descubrimiento -incluso habiendo escuchado el disco-, un salto al vacío, y cada ejecución brillante un triunfo. En fin, que nadie le tose.


JAVIER BLÁNQUEZ
El Mundo

Catclàssics, música clàssica de Catalunya a internet