"Els pescadors de perles" de Bizet al Palacio Euskalduna
Aquella noche perfumada
3/5/2004 |
Los pescadores de perlas
De Bizet. Con: Ainhoa Arteta, José Bros, Franco Vassallo y Rosendo Flores. Orquesta Sinfónica de Szeged (Hungría). Director musical: Roberto Rizzi. Director de escena: Pier Francesco Maestrini. Temporada de ópera de la ABAO. Palacio Euskalduna. Bilbao, 1 de mayo.
La Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO) afrontó con tranquilidad el cierre de su 52ª temporada de ópera. Tenía motivos más que sobrados para un estado de relajación. La estación lírica había sido más que satisfactoria y, para el recuerdo, quedaban las altas cotas artísticas experimentadas, por razones diferentes, en Peter Grimes, Jenufa o I Masnadieri. La clausura de la temporada era, en cualquier caso, algo más que un trámite, pues el título elegido, Los pescadores de perlas, es de los que se consideran como "especialidad de la casa". En tres ocasiones (1964, 1969, 1981) la peculiar ópera de Bizet había contado en Bilbao con el magisterio de Alfredo Kraus como Nadir. En cuanto al personaje de Leila, el abanico de sopranos va desde Renata Scotto (1958) hasta Ainhoa Arteta (1996). La fascinación de Bilbao por Los pescadores estaba, evidentemente, bien sustentada.
Reaparecía en los escenarios líricos Ainhoa Arteta, después de un periodo de descanso debido a desajustes sentimentales. Su actuación fue convincente. Con musicalidad, autocontrol, solvencia a la hora de resolver las dificultades vocales y buen gusto. Curiosa cantante: detestada por un sector de la llamada "profesión", admirada sin reservas por los medios de comunicación. Anteayer estuvo al margen de tensiones mediáticas adicionales y se concentró en el canto. Triunfó, claro, y conquistó, incluso a sus detractores.
El tenor José Bros asumió estar a la sombra de uno de los papeles emblemáticos de Alfredo Kraus en Bilbao. En la piedra de toque que es la romanza del final del primer acto cumplió simplemente, sin alcanzar ese punto etéreo de ambigüedad poética, de elevado encantamiento. Cantó correctamente y a lo mejor eso es más que suficiente, pero la memoria es traicionera e impone, en ciertas ocasiones, condiciones de encanto adicionales que esta vez no se dieron. Su mejor momento fue, seguramente, en el dúo Au fond du temple saint con Franco Vassallo, un barítono seguro, que no deslumbra pero tampoco defrauda.
La representación de Los pescadores transcurrió sin altibajos, en un clima de normalidad. No fue excitante, pero tampoco anodina. Estuvo en el ámbito de lo "artísticamente correcto", con mayores aciertos en el retrato de situaciones que en la definición de los personajes. La puesta en escena fue convencional, aunque no casposa. La orquesta húngara invitada se mostró esmerada y compacta, aunque sin una especial incisividad a las órdenes de Roberto Rizzi.
Con todo ello, la temporada de la ABAO terminó en un tono complaciente. ¿Lo más destacable? Sin duda, el regreso de Ainhoa Arteta. Sin desdoblamientos en Ainhoa y Arteta, como dice algún político despistado. Con el peso firme de una artista no siempre apreciada a la altura de sus méritos. La noche fue, como figura en el libreto, perfumada. Sin grandes arrebatos pasionales, pero en un tono medio gratificante. No es poco.
J. Á. Vela del Campo
El País