Un cuento de hadas lírico, en cuatro actos. Magia y fantasía para poner en escena una monumental Cendrillon. La popular ópera de Jules Massenet, caída en el olvido durante lustros, se estrena este viernes en el Liceu con la mezzosoprano Joyce DiDonato como protagonista, una star de la ópera americana considerada la sucesora de las míticas Frederica von Stade (que en su día ya reinvindicó la Cenicienta de Massenet) o Susan Graham. El clásico cuento de Perrault cobra una dimensión épica y poética en esta coproducción entre el Liceu y elCovent Garden.
A diferencia de la ópera de Rossini, Massenet potenció la magia en su versión de 'Cendrillon'
Cendrillon, con libreto de Henri Cain, se estrenó el 24 de mayo de 1899 en la Opéra Comique de París con un gran éxito. Massenet estaba en la cúspide de su carrera y era admirado por toda la intelectualidad francesa, empezando por Marcel Proust. Y ejerció una fuerte influencia en Puccini o Debussy. Aunque cosechó un gran reconocimiento en Europa y América, Cendrillon fue desapareciendo del repertorio y la figura de Massenet cayó en el olvido. «El Liceu siempre ha apostado por Massenet, incluso antes de la creación del Festival Massenet de Saint Étienne. En los 80, cuando aún era poco conocido, ya se programaron las primeras piezas. Pero es la primera vez que se hace Cendrillon», señaló el director del Liceu (y del Teatro Real), Joan Matabosch, que destaca un «cast de lujo» para la puesta en escena de Cendrillon.
La carismática Joyce DiDonato ha sido Cenicienta por partida doble: de la mano de Rossini, con La Cenerentola que se estrenó en Roma en 1817, y de Massenet. «Siempre he querido ser una princesa», ironiza. «Resulta muy interesante interpretar al mismo personaje en dos niveles diferentes. Con Rossini es una explosión, fuegos artificiales, filosofía y unas estructuras musicales muy estrictas. El mundo de Massenet es más mágico, romántico, de cuento de hadas. Al interpretar la Cenicienta de Rossini sentí cierta frustración:no hay una verdadera historia de amor, salvo en algunos duetos. En cambio, Massenet hace una exaltación del amor puro. Y eso te permite crear un personaje tridimensional», explica la mezzosoprano.
Matabosch recordó que Rossini fue censurado en su Cenerentola: a principios del XIX el mundo mágico de las hadas y lo sobrenatural era considerado un sacrilegio, así que Rossini lo eliminó. Ni rastro de carroza ni zapato de cristal. «Rossini convirtió el cuento de Perrault en una ópera buffa, una opereta», apunta Matabosch. En cambio, Massenet se zambulló de lleno en el universo de las hadas, en la magia, en la sensualidad del amor. De ahí, que la ópera se presente como un Cuento de hadas en cuatro actos. Massenet conservó la esencia de Perrault y la potenció. Y fue más allá: escribió el papel de príncipe para una mujer, una falcon soprano, voz intermedia entre la soprano dramática y la mezzosoprano lírica. «La interacción entre las dos voces femeninas es maravillosa: hace que la historia sea más hermosa, más romántica», señala DiDonato.
El papel del príncipe está escrito para una mujer y lo interpreta una 'mezzosoprano'
En Cendrillon, el príncipe azul es la mezzosoprano Alice Coote, que ya ha interpretado varios roles masculinos a lo largo de su carrera. «Para mí es normal, me encuentro muy cómoda en el papel», admite. «En las tesituras del papel, que encaja perfectamente con el registro de una mezzo, Massenet sugiere masculinidad y virilidad con algunos elementos de tenor», explica Coote, que toca un registro «increíblemente dramático» en su papel. Porque la Cendrillon de Massenet desborda amor, con dos protagonistas desdichados por la ausencia del otro. Incluso una desesperada Cenicienta protagoniza un intento de morir en el bosque.
Otra poderosa mujer en jaque es la veterana Ewa Podlés. «Ya no puedo cantar más heroínas. Mi voz sí puede, pero tengo 62 años. Los cantantes, los cantantes inteligentes, no deberían cantar papeles que no encajen con su edad. Ahora interpreto a viejas brujas», ironizó esta contralto de coloratura, que tiene una directa oposición en la figura del hada, interpretada por Annick Massis, en un marcado contraste de voz grave y aguda.
Magia y coloraturas
«La música del hada es muy diferente a la del resto de la obra. Massenet escribe notas y pasajes absolutamente estratosféricos, con coloraturas y melismas. Es extremadamente difícil de cantar, pasas del grave al superagudo, hay ironía, una extremada dulzura, coloraturas absolutamente líricas... Hay algo de eléctrico en la vocalidad del personaje», explica Annick Massis, que recuerda que sólo un año antes del estreno de la ópera se había celebrado la Exposición Universal de 1899 con la electricidad como protagonista. Una electricidad que, entonces, tenía un halo de magia. Y esta hada eléctrica, como si fuese una chispa de electricidad, interviene en el inconsciente y provoca reacciones en los personajes: inflama el deseo de Cenicienta, despierta el amor del príncipe. «Aporta la luz y la realización. Pero no podría ser posible si no existiera la oscuridad. El hada es el equilibrio entre la luz y la oscuridad», dice la soprano.