11/7/2023 |
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El músico firma y dirige en Santander un 'Divertimento concertante' al frente de la orquesta joven del XXII Encuentro de Música y Academia.
Durante más de un siglo los músicos han rendido culto al solo de fagot con que Stravinski anunció en 1913 el advenimiento de la modernidad. Ese pasaje en sobreagudo del comienzo de la Consagración de la primavera se cuela en los primeros compases del Divertimento concertante en fa para quinteto de viento, piano y cuerdas de Antoni Ros-Marbà, pero dura poco y su efecto no es el esperado: al escucharlo, los integrantes de la orquesta mandan callar al solista. «El tiempo pasa, cambian las costumbres y además estamos en verano, no en primavera», bromea el compositor catalán, que dirigirá el estreno de su obra, esta tarde, en la Sala Argenta del Palacio de Festivales. «No hay ningún mensaje oculto en mi partitura, sólo música combinada con importantes dosis de teatralidad y buen humor».
Fue la propia Paloma O'Shea, fundadora y presidenta de la Fundación Albéniz, quien en 2020 le hizo el encargo de una pieza que pudiera ser interpretada por los alumnos del Encuentro de Música y Academia, que desde hace 22 años reúne en Santander a los mejores estudiantes de los conservatorios de todo el mundo y a los profesores más destacados de cada categoría. «Me dijo que quería seguir celebrando su 80 aniversario con nueva música y yo terminé de componer el Divertimento el día de mi propio cumpleaños, para cerrar el círculo», continúa este discípulo aventajado de Celibidache a quien Karajan invitó a dirigir la Filarmónica de Berlín en 1978. «No es una obra larga, ni tampoco corta, pero sí muy difícil, pues requiere de un gran virtuosismo. Aquí todos los músicos han de mojarse».
Lo confirma, a la salida del último ensayo, la contrabajista madrileña Jimena Rodríguez San Miguel. «Ros-Marbà lleva al límite las posibilidades de cada instrumento, pero no hay mayor lujo para un músico joven que tocar una obra que nunca ha sido escuchada y que además la dirija su propio autor», confiesa la intérprete de 22 años y ex alumna de Wies de Boevé en la Cátedra de Contrabajo Unidad Editorial de la Escuela Reina Sofía. «Aunque el ritmo de trabajo es verdaderamente exigente, siempre hay tiempo para un paseo por la playa o una escapada a las terrazas de Cañadío». Incluso en ese ambiente de distendida camaradería, las charlas transcurren en inglés, entre los márgenes de una mini Babel formada por 67 estudiantes de 26 países.
El director artístico del Encuentro, Péter Csaba, se encargó personalmente de seleccionar a los alumnos durante una maratón de audiciones por Europa. «Todo el mundo quiere venir a los veranos de Santander, pues es una experiencia que te cambia la vida y te abre muchas puertas», concede el oboísta conquense Fidel Fernández Moraleja, de 25 años y procedente de la cantera de la Escuela. «Tengo varios recitales por delante y aprovecharé para preparar con mi profesor, Hansjörg Schellenberger, las piezas de los concursos a los que quiero presentarme». Le sobran motivos para soñar a lo grande. «Ojalá con el tiempo pueda seguir los pasos del gran Ramón Ortega», oboísta granadino y uno de los atriles solista de Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera.
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A su manera, también los alumnos ejercen su propio magisterio. «¡Ya lo creo que se aprende de los jóvenes!», asegura Ros-Marbà, quien a sus 86 años no ha perdido un ápice de curiosidad. «Componer implica, sobre todo, saber escuchar. Y en los ensayos cada respuesta a un problema requiere de un consenso dialogado y de una puesta en común de soluciones creativas». Durante su último encierro con los músicos del Ensemble del Encuentro los han instruido sobre el vibrato de las cuerdas del segundo movimiento del Divertimento (titulado Variazioni a Isabel y que conecta con la Canción y danza nº 2 de su añorado Mompou) y el tenuto de uno de los pasajes largos del conclusivo Till revisited, donde el compositor juega con el tema principal del poema sinfónico Till Eulenspiegel de Richard Strauss.
Además del estreno mundial, el programa del concierto incluye dos sonatas para violín y piano (la Tercera de Beethoven y el opus 9 de Szymanowski), el Tema original con variaciones para violín y piano de Henryk Wieniawski (en los tres casos con Zakhar Bron y Alina Artemyeva, respectivamente, como solistas) y la Sonata para flauta y piano de Poulenc (que defenderán desde los atriles Philippe Pierlot y Arthur Coatalen). Un surtido de «extraordinarias rarezas» a las que Ros-Marbà, con su habitual franqueza, no encuentra «aparente vínculo» con su Divertimento. «Ha sido, más bien, como lanzar los dados y alegrarse de la fortuna del número resultante», zanja. «Porque, a mi edad, componer una obra como esta sólo puede ser calificado de travesura».
BENJAMÍN G. ROSADO
El Mundo