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Dido y Eneas, Purcell revive en Peralada

14/7/2017 |

 

Paul Agnew dirige, este sábado, Dido y Eneas, para muchos (incluido Britten) la primera ópera de la historia. El maestro inglés presenta una versión fiel a la original. La interpreta la Academia Barroca de Ambronay.

 

El director inglés Paul Agnew durante un ensayo. Foto: Bertrand Pichene

Entre las propuestas más interesantes que aparecen en esta edición del Festival de Peralada figura la de la sesión que tendrá lugar este sábado y que se centra en la obra de Purcell Dido y Eneas, para muchos no la primera ópera inglesa, sino la primera de cualquier país. Opinión que mantenía entre otros Benjamín Britten. Las óperas de Lully, anteriores al XVIII, no son estimadas como tales hasta mucho más tarde. Y en Italia el género no nace realmente, en su concepción moderna, con Scarlatti y Haendel, hasta bien entrado el XVIII.

Sea como sea, lo cierto es que la breve ópera de Purcell ha marcado una época. Nada raro en partitura tan concentrada, de tan certero dramatismo, de tan directa expresividad, que parece ser se estrenó en la escuela para señoritas de Josias Priest, en Chelsea, en diciembre de 1689. El que el alumbramiento tuviera lugar en un internado femenino quizás no fuera tan extraño. El drama Esther de Racine había sido escrito también para un pensionado semejante. Como sucedería tiempo después en el Ospedale de la Pietà de Venecia, que dirigía musicalmente Vivaldi, las partes vocales serían desempeñadas por señoritas.

Paul Agnew, tenor y director, que es quien está al frente de esta representación semiescenificada en la Iglesia del Carmen, explica a El Cultural que el aspecto más llamativo de Dido es que, pese a su modestia de planteamientos, es “profundamente emocionante”, aunque es difícil apreciar su relevancia auténtica dado lo poco que se escenificó. Y añade: “Tenemos escasa información sobre los recursos empleados originariamente. Por ejemplo, desconocemos quiénes cantaron los papeles masculinos”.

Para la ocasión, Agnew moviliza un pequeño ensemble como se supone que hizo Purcell en 1689. “No tenemos referencias orquestales y por eso usamos sólo cuerdas como aparecen indicadas en las fuentes. Para el continuo tenemos una tiorba y un clavecín que nos consta era el utilizado habitualmente para piezas de teatro musical en esa época y en la sección del bajo sólo contamos con una viola y un violón con una afinación ligeramente más baja que el chelo moderno. No hay contrabajo ya que no hay pruebas de que ese instrumento se utilizara habitualmente en las orquestas de finales del siglo XVII”.

Agnew reconoce que todavía es cantante, aunque actualmente dirige sobre todo. “Dirigía ya durante mis estudios en Oxford y siempre tuve como objetivo dirigir en mi carrera, por eso me hizo especialmente feliz la propuesta, hace diez años, de William Christie, que me pidió que colaborara con Les Arts Florissants. Desde entonces soy director asociado de este ensemble aparte de trabajar con otras orquestas, de época y modernas”.

En esta función el músico inglés gobernará la Academia Barroca de Ambronay constituida por cinco violines, dos violas, una viola de gamba, un violón, un violín bajo, un clave y una tiorba. Base también de la otra música que acompaña a la de Purcell, firmada por Henry Desmarest (1661-1741) y destinada a la ópera trágica Didon de 1693, de estilo tan próximo al de las óperas ballet de Lully, un músico cuya huella se percibe sin duda en algunos momentos de Dido y Eneas; su obertura, por ejemplo. El reparto vocal viene constituido por tres sopranos, tres contratenores, un tenor y dos barítonos-bajos. 

ARTURO REVERTER
El Cultural

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