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CRÍTICA

Teodor Currentzis rompe el maleficio ruso en Barcelona

30/3/2022 |

 

Programa: Orquesta Sinfónica SWR de Stuttgart

Lloc i dia: Auditori de Barcelona

https://www.lavanguardia.com/cultura/20220330/8162578/teodor-currentzis-concierto-reconciliacion-guerra-ucrania-ruso-ibercamera.html

El público de Ibercamera ovaciona al maestro greco-ruso y a la Sinfónica SWR de Stuttgart en L'Auditori
La llamada musical a la reconciliación, con obras de un ucraniano, un alemán y un ruso, emociona a la sala
Teodor Currentzis saluda al público de Ibercamera en L'Auditori tras su concierto con la Orquesta SWR de Stuttgart

Era la primera vez que la Temporada Ibercamera ofrecía un concierto con obras exclusivamente de los siglos XX y XXI. Músicas contemporáneas que a priori resultan indigestas para el gran público de la clásica y que a pocos programadores se les ocurriría ofrecer como un todo en un único concierto. Y sin embargo, la emoción era palpable la noche de este martes en L'Auditori de Barcelona. El público llegaba dispuesto a participar de esta "llamada musical a la paz y la concordia" que lanzaban el director greco-ruso Teodor Currentzis y la Orquesta SWR de Stuttgart de la que es titular. En el atril, obras de compositores de Ucrania (Shchetynsky), Alemania (Widmann) y Rusia (Shostakóvich).

La velada había comenzado cálida. L'Auditori registraba prácticamente un lleno. Y aunque alguna espectadora lamentaba en la entrada que no se mantuviera el programa de Brahms que estaba previsto al inicio de temporada, el entusiasmo era notable entre los asistentes. La visita de Teodor Currentzis (Atenas, 1972) era un 'must' antes de que Rusia invadiera Ucrania. Y contra todo pronóstico, seguía siéndolo en el actual contexto bélico.

Ser ruso y director de orquesta es motivo actualmente en Europa de cese, despido, cancelación o posposición. Pero junto a la SWR de Stuttgart, Currentzis -que tras casi dos décadas viviendo en Rusia se ha convertido en una de las batutas más deseadas de la escena internacional- ha encontrado la forma de llamar a la conciliación y dar un mayor sentido a su gira europea. Y la gente ha querido sumarse a su causa.

El calor del público no es algo que pudiera darse por sentado en las actuales circunstancias. Currentzis, que justo al estallar la guerra celebraba en Moscú su 50 aniversario rodeado de agentes y mecenas de la música, actuó en L'Auditori con dos guardaespaldas de incógnito situados en la sala. Pero el ambiente se caldeó sólo en el mejor sentido. De haberse producido este concierto en Nueva York, los medios podrían haber puesto el grito en el cielo y estarían hablando con desdén de esa cultura que pretende tender puentes. La experiencia barcelonesa estuvo la noche del martes muy lejos de esta premisa. Los puentes se tendieron. Al menos en espíritu. Y de manera firme.

Nada más comenzar la Glossolalia para orquesta -palabra griega que significa el don de hablar lenguas-, la sala se dio cuenta del nivel interpretativo con el que le sería servido el programa. Nacido en 1960, Oleksandr Shchetynsky se inspira en la vanguardia musical soviética (incluida la espiritualidad moderna de Arvo Pärt) y la Segunda Escuela Vienesa, así como en Messiaen o Ligeti. Pero por muy post-serialista y dodecafónica que fuera esta obra que el ucraniano compuso en 1989 (el año que caía el muro de Berlín), su estética posmodernista desplegaría en manos de Currentzis toda su claridad y belleza, y también sus diversos clímax desbocados.

La siguiente prueba de fuego de la inusual velada de Ibercamera era el extraño Concierto para viola que Jörg Widmann escribió en el 2015 por encargo del reconocido solista Antoine Tamestit. Una obra llena de colores radicalmente distintos, con una instrumentación inusual y un inicio particular: doce páginas de pizzicato a la viola en solitario. El propio Tamestit interpretó la pieza en L'Auditori, sacando, como bien dice el violista francés, sonidos de mundos orientales inventados... "que hacen volar la imaginación". Su viaje acabó en un crescendo-accelerando junto con la orquesta, que arrancó el aplauso unánime de la sala.

Por una vez la música contemporánea llegaba al público como un magma identitario, como un grito de "eso es lo que somos, así sentimos en el viejo continente"
Por una vez la música contemporánea llegaba al público como un magma identitario. Su estética se hacía escuchar con fuerza en una especie de "eso es lo que somos, así sentimos hoy en el viejo continente". Y por una vez su grito podía ser entendido por una mayoría. La absurda guerra en Ucrania había abierto de orejas al respetable en busca de respuestas.

Tamestit, miembro fundador del Trio Zimmermann y violista reconocido en la escena internacional, brindó el primer bis de la velada. Una curiosa fusión de una nana ucraniana con música de Bach. El solista explicó que al escucharla por primera vez, la tonada popular le recordó radicalmente la obra del padre del contrapunto. Y con esa poética lección de geografía e historia encaró el público el descanso, reuniendo fuerzas para la famosa 5ª de Shostakóvich que le aguardaba a la vuelta.

Esta sinfonía lírico-heroica, como la definía el propio compositor, que iba en busca del optimismo triunfante, debía tener la capacidad de devolver a las almas su capacidad de vencer los conflictos trágicos. No en vano libró Shostakóvich una dura batalla al componerla en 1937. Una lucha entre la libertad de creación y la represión que se cernía sobre él en los duros años de régimen soviético. De hecho, tal como explica la periodista cultural Mònica Pagès en el programa de mano, fue la entusiasta ovación del público en su estreno en Leningrado lo que le libró de ser represaliado. El subtítulo de la obra, La respuesta de un artista soviético a una merecida crítica, no gustó al régimen.

Con estas señas en mente, la interpretación que hizo Currentzis de esta obra capital del repertorio ruso rayó lo sublime. La manera en que condujo a la formación de Stuttgart -que hay que recordar que es el resultado de fusionar dos grandes orquestas como eran la Sinfónica de la Radio de Stuttgart y la Sinfónica de la Radio del Suroeste de Alemania (esta última con sede en Baden-Baden y Friburg) hace tan solo seis años- llevó a descubrir otros niveles de pianissimo y de crescendo a fin de preparar las almas para la catarsis final.

Exacerbó la lucidez del público con Shostakóvich para devolverle la paz con un Bach traído de otro mundo. Magistral jugada, digna de un esclarecido. ¿Lo admitirían en la mesa de negociación entre Putin y Zelenski?
Vestido de elegante negro, con corbata de un azul celeste que parecía llevar consigo un mensaje, Currentzis recibió junto con la orquesta alemana la más calurosa reacción del público. Una exaltación extraordinaria que él mismo supo contrarrestar con un inesperado bis... el famoso y delicado "Jesus bleibet meine Freude" (Jesús, alegría de los hombres) de la Cantata BWV 147 de Bach, para el que las instrumentistas de viento se convirtieron en angelicales cantantes.

El director nacionalizado ruso había vuelto a demostrar su habilidad en el dominio de la energía y las emociones de la sala. Recurriendo a su personalidad y la expresividad de su esbelta anatomía, había exacerbado la lucidez del público para finalmente devolverle la paz con un Bach traído de otro mundo. Magistral jugada, digna de un esclarecido. ¿Lo admitirían en la mesa de negociaciones entre Putin y Zelenski? 


Maricel Chavarría
La Vanguardia

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